"The mind-forged manacles I hear"
London (W. Blake)

_

jueves, 27 de noviembre de 2008

Carpe Diem?

En días como este no me queda más que buscar refugio en la fantasía, como siempre, alimentarme de lo pasado y de las esperanzas de un mañana en el que estas ilusiones tomen forma verdadera.
He estado inventándome días futuros y añorando volver a sentir sensaciones que ya fueron, sin dejarme palpar el presente, el aquí y el ahora. He estado tratando de crearme un espacio para estar en paz y entre más intento construirlo, menos me calmo y mi mente no deja de maquinar deseos de antes y después...
Me duele el inconsciente de tanto soñar, pero no puedo dejar estas fantasías que hacen que mi sangre no se congele.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Escuchando


Estoy navegando en aguas de música, para que tenga sentido la inestabilidad, para que me arrastre con sonidos hasta donde las emociones pierden su nombre y no importa nada, sólo lo que es, lo que sale de la piel, cuando se pierden los recuerdos y el equilibrio no importa...
Estoy marchando hacia las tierras de las guitarras y las melodías, donde las lágrimas no son nada entre las cuerdas de un violín...
Estoy tratando de recuperar el equilibrio de lo que sé y lo que siento, cantando sin abrir mis labios, volviendo al origen, al arte, la única forma de calmar las penas y aquietar las dudas.
Me anestesio de sentimientos con su expresión.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Sin pies ni cabeza


Me está naciendo una herida y parece que me la estoy haciendo sola. Quizás sea inconsciente y en el fondo sea un poco más masoquista que sensible. Quizás es la moral por el suelo y lo insegura que me carcome de a poco y me brotan dudas por culpa de mi irracional fuente de tristezas que no valen la pena al lado de tanto amor y felicidad que podría vivir o por lo menos recordar, y aún así no puedo evitar sentirlo y culparme por hacerlo, por tener palabras claras y aún así hacer preguntas estúpidas, por creer que una frase menos significa más que dos palabras poderosas, por desconfiar de mi confianza y amarrarme a un sufrimiento ciego y sin razón.
Y no puedo decirlo y no puedo callarlo, no puedo sanarme sola, pero no puedo pedir ayuda porque sería evidenciar mi falta de respeto al amor, si es que ese amor es como el mio, si es que acerca si quiera a lo que yo siento, sería como arrancar mi sustento y reclamar porque no tengo suelo donde pisar...
Porque creo que mis sentimientos son, como siempre, indebidos, pero ahora además ridículos y no como antes: sin argumentos, si no con motivos patéticos, porque confío en que pronto pasará y será un recuerdo que me avergonzará... optaré como ha sido siempre en mi vida, por callarlo y llorarlo a solas, para auto-consolarme o auto-flagelarme, y mostrarme calma, a la hora de verlo llegar. Para que así se derritan las dudas y vuelva ser feliz por tener un segundo de su mirada, al menos un centímetro de voz, un pedazo de contacto y seguir agradeciendo por cada sonrisa y cada lágrima desde el día en que me atreví a cruzarme en su vida... Y sorprenderme por que mi amor provoca una respuesta, que aunque fuese mínima me haría sonreír...
Y ahora, a pesar de que es más firme que todo esa eternidad que avala mi sentir más grande y más real que todo lo que haya rondado mi corazón antes, no puedo dejar de llorar...
Llorar por el miedo y por saberlo inútil, infundado, incoherente.
Me trago mis razones y sólo grito -al menos- que no estoy bien, pero que mañana dejaré escondido esto que me hace disfrazar mi pesar de nada, por mera vergüenza (siempre es lo mismo).
Ahora me dejaré seducir por una melodía que entre calma y llanto, me anestesia de nuevo para no hincharme los ojos, mientras espero una respuesta para reírme de mi misma.
... Un par de palabras, un abrazo, una mano sobre la mía, un beso en la frente... borrarían las nubes melancólicas que no dejan ver al príncipe de mis sueños en mis recuerdos más bonitos, limpiarían las canciones de tristeza y podría caminar entre sus versos de la mano de una alegría que emociona al ser evocada después.
Sólo necesito un par de palabras, un abrazo, una mano sobre la mía o un beso en la frente...


Parece que se me desconectó ese mecanismo que me ayudaba a canalizar lo que no podía decir. Siento que las palabras se persiguen unas a otras y no tienen sentido. Me cuesta escribir y al leerlo estar satisfecha de mis letras, no por ambición artística, si no porque es la forma en que pongo mi corazón en expresiones. Y es que mis desahogos de conciencia - o inconsciencia?- se han cohibido bajo las posibles miradas, como suele ocurrirme, pero ahora hasta en mis más ocultas noches de pensamientos aglutinados, me abstengo de dejar fluir imperturbable y caótica mi alma.
Me siento ambiciosa de misterio, quiero volver a no ser gráfica y dejar que los curiosos no comprendan ni media palabra de las mías. Quiero exclusividad, para que entiendan sólo los que ven... los que me ven de verdad.
¿Y de dónde saco metáforas poco obvias para crear tanto misticismo como quisiera?
Hoy soy una paradoja: no puedo escribir porque me siento anestesiada del corazón, sin embargo, pese a tanta falta de suavidad emocional, se me cae lo que tengo adentro en lágrimas, a cada instante y sin mucho estímulo. ¿Por qué? Tengo miedos, nostalgia y felicidad. ¿Por qué cuando debería no puedo llorar ni expresar, y cuando está el silencio en calma lo rompo con sollozos que no tienen forma (pero sí fondo)?
Necesito remediar mi falta de inspiración y calmar mi explosión mental.