"The mind-forged manacles I hear"
London (W. Blake)
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London (W. Blake)
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sábado, 22 de noviembre de 2008
Sin pies ni cabeza
Me está naciendo una herida y parece que me la estoy haciendo sola. Quizás sea inconsciente y en el fondo sea un poco más masoquista que sensible. Quizás es la moral por el suelo y lo insegura que me carcome de a poco y me brotan dudas por culpa de mi irracional fuente de tristezas que no valen la pena al lado de tanto amor y felicidad que podría vivir o por lo menos recordar, y aún así no puedo evitar sentirlo y culparme por hacerlo, por tener palabras claras y aún así hacer preguntas estúpidas, por creer que una frase menos significa más que dos palabras poderosas, por desconfiar de mi confianza y amarrarme a un sufrimiento ciego y sin razón.
Y no puedo decirlo y no puedo callarlo, no puedo sanarme sola, pero no puedo pedir ayuda porque sería evidenciar mi falta de respeto al amor, si es que ese amor es como el mio, si es que acerca si quiera a lo que yo siento, sería como arrancar mi sustento y reclamar porque no tengo suelo donde pisar...
Porque creo que mis sentimientos son, como siempre, indebidos, pero ahora además ridículos y no como antes: sin argumentos, si no con motivos patéticos, porque confío en que pronto pasará y será un recuerdo que me avergonzará... optaré como ha sido siempre en mi vida, por callarlo y llorarlo a solas, para auto-consolarme o auto-flagelarme, y mostrarme calma, a la hora de verlo llegar. Para que así se derritan las dudas y vuelva ser feliz por tener un segundo de su mirada, al menos un centímetro de voz, un pedazo de contacto y seguir agradeciendo por cada sonrisa y cada lágrima desde el día en que me atreví a cruzarme en su vida... Y sorprenderme por que mi amor provoca una respuesta, que aunque fuese mínima me haría sonreír...
Y ahora, a pesar de que es más firme que todo esa eternidad que avala mi sentir más grande y más real que todo lo que haya rondado mi corazón antes, no puedo dejar de llorar...
Llorar por el miedo y por saberlo inútil, infundado, incoherente.
Me trago mis razones y sólo grito -al menos- que no estoy bien, pero que mañana dejaré escondido esto que me hace disfrazar mi pesar de nada, por mera vergüenza (siempre es lo mismo).
Ahora me dejaré seducir por una melodía que entre calma y llanto, me anestesia de nuevo para no hincharme los ojos, mientras espero una respuesta para reírme de mi misma.
... Un par de palabras, un abrazo, una mano sobre la mía, un beso en la frente... borrarían las nubes melancólicas que no dejan ver al príncipe de mis sueños en mis recuerdos más bonitos, limpiarían las canciones de tristeza y podría caminar entre sus versos de la mano de una alegría que emociona al ser evocada después.
Sólo necesito un par de palabras, un abrazo, una mano sobre la mía o un beso en la frente...
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