Abrir la puerta; salir.
Salir de mi mundo de fantasía, escapar de lo gris que se tornó la imaginación.
Qué difícil, ¡Qué difícil!
Salir sin despedida, sin un abrazo y un no me olvides...
¡Qué difícil...
La incertidumbre, debatiéndose con la esperanza -cuasiseguridad-, de que Todo va a estar bien, de que pronto volverá.
Volverá a abrirse mi ventana de ilusiones-?
Volverá a brillar la suficiencia de mi existir, para mi espejo de sentimientos. Pero en ese sueño, ninguno más.
¡Qué difícil! Qué difícil...
Asumir y creer, sin embargo, que volverá. Aceptar que no hay vencedor -aún-, en la batalla de la razón y el corazón.
La sangre hoy fluye, sigue corriendo, pero fría, llorando una partida que ni siquiera ES.
Si al menos me destrozara por completo, si al menos me empujara y cerrara la puerta detrás de mi -porque ya descarté la opción del beso y el vuelve pronto-...
Pero no, no es así. ¡Qué difícil asumir!
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