"The mind-forged manacles I hear"
London (W. Blake)

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sábado, 12 de septiembre de 2009

Post mortem

[Antes de descubrir que era una broma de los tarados de segundo (no de todos, de algún ocioso), escribí esto, quedó lindo y no lo quiero borrar... Me siento libre de seguir puteando al profe, al menos ahora sé que es importante]



Fue mi segunda imagen de la facultad. Y no fue agradable, como la primera (Peirano)... Después de casi mandarme a la cresta y no darme la bienvenida, ni solucionar mi problema (no podía inscribir ramos; en el pendrive de instrucciones decía "Si aún no puede inscribir ramos, diríjase a hablar con su coordinador de carrera para que los inscriba manualmente"), me llevó donde la secretaria (Después nos dijo, en clases, que las secretarias existían para hacer su trabajo) y le dijo "¡Esta niñita que no sabe inscribir los ramos...!"
Salía en medio de las clases para fumar con mis compañeros, dictaba demasiado rápido y NADIE tenía correcto el vocabulario (hasta que traducíamos el texto del libro y descifrabamos nuestros propios apuntes), me daba miedo hablarle cuando necesitaba algo, más por su indiferencia que por sus retos... Últimamente había fumado en plena clase, dentro de la sala, como decían que hacía antes. Se reía con nosotros, DE nosotros, por eso siempre rogaba que no me tocara traducir un capítulo en voz alta, porque, aunque latín es uno de los ramos que me viene mejor, estaba segura que de alguna manera el me podría hacer sentir estúpida, aunque lo hiciera bien... Lo peor es que no era con intención, era con indiferencia. Pero era una de las clases más entretenidas...creo... Lo que me hizo criticarlo con más fuerza que antes (antes me importaba menos), fue que ni siquiera nos inscribió bien en los cursos básicos temáticos y mis compañeros de filosofía y yo nos vimos a punto de ser expulsados del curso : "LA literatura como conciencia", por su culpa...
Yo pensé que algún día sería su ayudante, aunque me daba miedo (ya expliqué por qué); él me dijo que era muy guagua yo todavía para serlo, y que pagaban una mierda... pero, ¡claro!, que a pesar de eso, sería un honor para mi revisar sus pruebas.
Al menos no me hacía escribirle en la pizarra, ese era un "honor" reservado para la Camila, que tenía buena letra, según él, porque la suya "¡no se la entendía ni el mismo!", a mi algún día me esperarían otros "honores", cuando fuera su ayudante, claro... Sólo cuando vió mi promedio y se supo, por un segundo, mi nombre (y mis notas), me dijo: Hay que conocer a las niñitas a las que les va bien... ¡Para que me escriban en la pizarra!
No era de mis profes favoritos... Pero sí tradicionales, y eso que llevo menos de un año en la facultad. Era Valdivieso, con el que se podía wear en clases, el se reía de ti o de cualquiera, el que disfrutaba vaticinando una lluvia de rojos en la prueba ocho. El que logró hacernos la cantidad de pruebas que quería, a pesar de los paros.
Y a pesar de todo, cuando me enteré -hace poco-, de que no sobrevivió a su tratamiento respiratorio (ya me imaginaba yo que esa adicción enfermiza, peor que cualquiera, al cigarro le iba a traer problemas, pero en el fondo uno cree que esa gente es inmortal), se me encogío el corazón ante la muerte, que se llevó a Valdivieso y nos dejó sin coordinador... Lo voy a extrañar.
Si hay algo que nunca se me va a olvidar, es su risa burlezca, la que te hacía sentir pequeñito, insignificante.
Esa es la verdad, no alcacé a conocer demasiado al profe Valdivieso, porque llegué recién, pero yo iba a ser su ayudante y ... lo voy a extrañar.
Requiece in Pacem


(Ahora cuando me lo imagino, en el lugar después de la muerte, al menos lo veo riéndose)

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